“La ciudad perdida”


Por Rubén Darío Rodríguez López

Cuando me llevaron a vivir a Málaga, (para la década de los 80), no podía creer que fuera posible llegar a esa ciudad tan grande y que para esa época se catalogaba como la verdadera capital de la provincia, se respiraba progreso, se veía mucha gente, mucho comercio, los barrios que se construían contenían mucho aporte comunitario, eran verdaderos vecindarios, las empresas que había eran pujantes y sus líderes inspiraban respeto y honorabilidad inmensa. Había un Club del Comercio donde personas influyentes se reunían a compartir y a pensar en el desarrollo de la ciudad. Llegar allí, no era posible para todos, era un grupo selecto.

Los gremios de comerciantes, transportadores, ganaderos, harineros, etc., y con ellos la gran cantidad de servidores públicos (empleados oficiales del poder judicial, del sector salud, profesores, de la secretaría de obras públicas, secretaría de agricultura, Idema, ICA, Corpoica, entre otros), hacían de Málaga una ciudad muy próspera, su unión y su compromiso les permitía liderar, no solo su municipio, sino ser referencia para los demás municipios de la provincia. Málaga era verdaderamente un centro de servicios, el único municipio con diversos servicios bancarios, con excelentes colegios, el hospital regional, universidad, centro de acopio y un mercado agropecuario muy fuerte, desarrollado únicamente los días sábados. Su población oscilaba entre unos 20 mil a 22 mil habitantes.

Hoy, tres décadas y media después, de eso no queda nada. Si bien es cierto, ha tenido un crecimiento urbano, éste no ha sido el mejor; hoy su desarrollo urbanístico es una colcha de retazos, es un desorden, no hay planeación, no hay un derrotero que pretenda llevar a Málaga hacia una misma dirección, todos construyen donde quieren y hacen lo que se les da la gana; construyen a medias, dejan obras inconclusas, casa-lotes abandonadas y hacen del espacio público un berenjenal. La entrada por el Norte de la ciudad esta revuelta entre casas, lotes industriales, fincas, cocheras, talleres, burdeles, caleras, en fin, no se sabe si es la entrada o la salida y por el costado sur, los que vienen de Bogotá encuentran un desorden peor. Reconozco que la salida hacia Bucaramanga mejoró mucho con el arreglo que hicieron hace poco tiempo.

Del comercio, hoy es lo más parecido a un "San Andresito", mucha ropa, zapatos, electrodomésticos, licor y comida rápida. Ya no existen muchos supermercados de abarrotes y dejarán de existir gracias a la llegada de justo & bueno y D1, que están arrasando con los mercados tradicionales. Pero sus comerciantes no son unidos, existe un pequeño grupo que hace maromas y esfuerzos, que se pierde en la pluralidad de comerciantes que tiene Málaga hoy en día. Málaga, desde inicios del siglo XXI, a raíz del fuerte desplazamiento que generó el recrudecimiento de la violencia, sus colonos se llevaron sus negocios a otras ciudades o simplemente se fueron y los que tuvieron que salir de otros municipios de la provincia se asentaron en Málaga y por esto viene siendo habitada por personas que no son de Málaga, son de otros municipios, hasta paisas han llegado por ahí y a mi manera de ver, esto ha provocado que la ciudad sea de todos y de ninguno.

Málaga ha dejado de ser líder en la región. Eso quiere decir que ha perdido dinamismo económico, dinamismo social, ha carecido de dolientes, de personas que quieran y que amen a Málaga. Hoy no hay esos líderes respetables y honorables, hoy Málaga está siendo liderada y gobernada por personas, que no son de Málaga, que gobiernan en cuerpo ajeno, que no les duele en lo más mínimo que la ciudad esté cada día en un deterioro progresivo, no solo en su desarrollo urbanístico, sino también en su pobreza, en su abandono, en su calidad de vida, en su cultura y qué no decir del abandono de la población juvenil, sin espacios deportivos, sin apoyo, sin política de emprendimiento y de incentivos.

Los Concejales hoy se han convertido en una "cuadrilla" de acompañantes del gobernante de turno, pegados a cualquier migaja de mermelada que les unten, a cualquier negocio o componenda que les propongan o, peor aún, atentos a empeñar hasta los escritorios de su corporación, con tal de que se lucren de cualquier torcido. Hay algunos concejales que se rescatan, no muchos, que han tenido el valor de denunciar y no dejar concretar negocios que buscan "hipotecar" los servicios públicos del municipio, para que la gente pague hasta por 20 años o más.

Vienen elecciones de Alcaldes y Concejales y el panorama no es muy alentador. Se dice en los corrillos políticos que hay un gran número de precandidatos y que algunos de ellos ya tienen patrocinador, ya tienen el inversionista, se habla que tienen más de 2 mil millones de pesos para invertir en la campaña. Que estos inversionistas están listos para gobernar durante muchos años más en cuerpo ajeno, que seguirán poniendo testaferros, títeres y marionetas para poder concretar sus negocios, sus contratos, sus licitaciones, sus asesores, que lo único que están dispuestos a garantizar es que todo siga igual o peor y que los malagueños sigan siendo tratados como ignorantes, vende votos o convertidos en cómplices de la corrupción.

Por eso, los verdaderos malagueños prefieren solamente regresar a principio de año, donde la rumba, el carnaval y los familiares, hacen ver la ciudad bonita, la ciudad acogedora, pero que después del puente de reyes vuelve a ser la "ciudad perdida", nombre que le colocaron a un parque arqueológico (no sé, si se pueda llamar así, ojalá así lo sea), que se encontró en la vereda el Alisal y que hace también honor a la Málaga de hoy.


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